viernes, 17 de julio de 2009


Existen días en los que no tengo mucho que contar. Hoy es uno de ellos.

Me relajo bajo la superficie de las sombras del crepúsculo, ese azulado matiz de luz que entra por mi estudio y que tiñe mi piel de diversos puntos que titilan independientes por mi carne.
Cierro los ojos y contemplo aquellos recuerdos que me retomo para respirar con menos dificultad diariamente. Las calles por Donceles, el metro hacia Agrícola Oriental, el sillón... mi sillón, las noches donde contemplaba a Sereniti en el techo. Luego recuerdo aquella melena negra de tigrillo erizado, unos ojos llenos de luz de paz, una sonricilla pícara y dos brazos que lo curan todo.

Se que pasará mucho tiempo para volver a esos días de felicidad. Retornar a mi pequeña Buenos Aires, a mis calles bellamente sucias, a la libertad manchada, a todo aquello de lo que ahora me jacto de placer con una sonrisa en mis labios mientras diviso este rojizo atardecer desde una ventana mediocre de mi estudio.

Listen: Where do you go to (my lovely) -Peter Sarstedt

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